Las Tres Lecciones Maestras del Liderazgo (Parte 1)

¿Cuáles son los hábitos de los líderes altamente efectivos?

En tu camino a convertirte en un líder, es útil considerar las acciones que los líderes de renombre internacional realizan consistentemente, ya sea de manera consciente o inconsciente. ¿Cuáles son, en esencia, las tres reglas de oro del liderazgo? ¿Cuáles son las tres cosas que hacen de los líderes esas personas que tanto admiramos y por la cual tantas empresas quieren reclutar y desarrollar a líderes? Cada uno de los hábitos a continuación explica (1) qué significa el hábito, (2) ejemplos de líderes que resaltan la veracidad del hábito, (3) qué hay que hacer para convertir ese hábito en realidad y (4) qué hay que evitar para no desviarse en el camino hacia convertirse en un líder.

 

Lección Maestra #1
Los líderes elevan las reglas del juego

Los líderes son las personas que eleven los estándares: ellos son quienes elevan las expectativas para sí mismos y para las personas a su alrededor. Los líderes buscan constantemente la excelencia. Ellos elevan las reglas del juego en el sentido de que no se dan satisfechos con objetivos menores de los que saben que son posibles obtener. Ellos van por más. Los líderes van por ese nivel de excelencia mayor porque aún sabiendo que habrá que trabajar más duro por ello, el alcanzar la excelencia no sólo llevará a mejores resultados sino también a un nivel de satisfacción mayor – esa satisfacción que sólo viene cuando uno sabe que verdaderamente ha dado lo mejor de sí mismo.

 

Ejemplos

  • Se cuenta que Tomas Edison, uno de los inventores más grandes de todos los tiempos, intentó crear la bombilla eléctrica unas 9.999 veces. Cuando un reportero le preguntó: “¿Qué se siente haber fracasado 9.999 veces?”, Edison respondió: “Yo no he fallado. Es más, he sido sumamente exitoso, porque he conseguido 9.999 maneras en las que no se debe hacer el trabajo.” El tener la firme creencia de que podía crear la bombilla eléctrica y no darse por vencido por intentos fallidos o por lo que la gente a su alrededor decía, llevó a que Edison revolucionase nuestro mundo con su bombilla eléctrica.
  • Winston Churchill, quien fue primer ministro británico y también recibió el Premio Nobel de Literatura, vivía según su lema: “Yo me satisfago fácilmente con lo mejor”. Todos los líderes, al igual que Churchill, no se dan por satisfechos sin haber alcanzado el mejor resultado posible.
  • En el año 1947, Lester Wundermann fue despedido de su trabajo en una agencia de publicidad de Nueva York. Sin embargo, Wundermann sabía que podía aprender mucho del presidente de la agencia, Max Sackheim, que había sido quien lo había despedido. A la mañana siguiente Wundermann regresó a la oficina y trabajó como lo había hecho antes, pero sin que le pagaran. Sackheim lo ignoró por un mes, pero finalmente fue hasta donde estaba Wundermann y le dijo: “Bueno, tú ganas. Nunca vi a un hombre que quisiera más el trabajo, que el dinero.” Wundermann llegó a ser uno de los más exitosos publicistas del siglo. Los líderes elevan las reglas del juego y por ello nunca se dan por vencidos.

 

Lo que debes hacer para vivir esta lección maestra

 

Si quieres vivir esta primera lección maestra lo que tienes que hacer es justamente sólo sentirte satisfecho cuando verdaderamente has dado lo mejor de ti mismo. Al final del día podrás poner la excusa, por ejemplo, de que tal vez las condiciones económicas no eran tan favorables como pensabas y por eso no pudiste alcanzar tus objetivos. Pero si eso es sólo una excusa y la verdad es que no lo intentaste con todo tu ser, si la verdad es que no diste tu máximo, al final del día, por muchas excusas que te pongas, tú sabrás que esa excusa es mentira y que no diste lo mejor de ti.

Los líderes al final de cada día se van a dormir con una conciencia  tranquila, pues saben que, independientemente de si han logrado alcanzar sus objetivos o no, ellos dieron su mejor esfuerzo, y por ello no tienen nada de que arrepentirse.

 

Lo que debes evitar para vivir esta lección maestra

Si de verdad quieres elevar las reglas del juego, es decir, llevarte a ti y a las personas a tu alrededor al siguiente nivel de excelencia, entonces debes evitar a toda costa que la complacencia te lleve a la inacción. John Maxwell no lo pudo expresar mejor cuando dijo: “De todas las cosas a las que un líder debería tenerle miedo, la complacencia tendría que ser la primera”. Pero, ¿por qué debes evitar ser complaciente? Porque ser complaciente te lleva a que te pongas cómodo. El ser complaciente con tus circunstancias actuales lleva a que te sientas cómodo con dónde estás y eso te lleva a creer que no hay necesidad de ir por más. La complacencia es eso que nos lleva a ser inactivos, es lo que nos lleva a no tomar iniciativa. Una persona complaciente está a gusto con su situación y no ve necesidad alguna de buscar un mayor nivel de excelencia.

Imagínate si Tomas Edison al intentar inventar la bombilla eléctrica, hubiese dicho después de tres intentos fallidos que se iba a dar complacido con el hecho de que por lo menos lo había intentado tres veces. Imagínate si Tomas Edison después de tres intentos fallidos hubiese sido complaciente y hubiese dicho que esas tres veces fueron suficientes y que, después de todo, vivir a luz de velas no es tan malo, y es hasta más romántico que vivir a la luz de una bombilla eléctrica que todavía no existe. Si Tomas Edison hubiese sido una persona complaciente, nunca hubiese inventado la bombilla eléctrica. Los líderes no son complacientes porque saben que la complacencia lleva a la inacción y la inacción mata el liderazgo.

Si quieres ser un líder, tienes que ser enemigo de la complacencia y un amigo íntimo de dar siempre lo mejor de ti.

En un próximo post, revelaré el segundo hábito de los líderes altamente efectivos.

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